El milenio, cuyos límites acariciamos, nos deja, entre otras cosas, un legado que justifica las bases para construir una nueva era. Nada será igual ya. La tecnología ha conseguido romper las fronteras de la incomunicación; el tiempo y la distancia han globalizado los mensajes. Nada de todo lo que pasa en cualquier rincón del planeta nos es ajeno ya. Las comunicaciones nos permiten sentarnos alrededor de la inmensa mesa redonda de la humanidad.
Hacerlo sin vértigo y con la dignidad de saber cada uno el lugar que ocupa, desde dónde habla, requiere más que nunca el esfuerzo colectivo.
Disfrutar de la propia identidad y del idioma como rasgo diferencial es un derecho de los hombres y de los pueblos. Sentirse orgulloso de esta manera de ser y expresarse es una manifestación de respeto a la historia y a las culturas de los que nos precedieron. Mantenerla, difundirla y legarla a las generaciones futuras es una exigencia ética para todos los ciudadanos.
Estimular el cumplimiento de todos estos derechos y deberes hacia nuestra identidad cultural forma parte de la esencia universitaria.
Desde esta convicción, la Universidad Politécnica de Valencia incorpora hoy a su elenco de doctores, por sus méritos, a Enric Valor. Un valenciano que ha dedicado su vida a la investigación de la cultura de su pueblo, a través fundamentalmente del lenguaje, instrumento básico de la comunicación.
