Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 6 de noviembre de 1992
Muy Honorable Señor,
Excelentísimos y Magníficos Señores,
Señores Claustrales,
Señoras y Señores:
Cúmpleme una extraordinaria y difícil misión, pretender describir tanta humanidad, intentar resumir o sintetizar la cultura de un pueblo, querer esquematizar los sentimientos de un espíritu noble. Todo ello nos llevaría a tener que relatar tal cantidad de hechos que resultaría inalcanzable la comprensión de los mismos en tan corto espacio de tiempo.
Por ello procuraré describirles las razones fundamentales que nos indujeron a proponer como doctor "Honoris Causa" al Honorable KISSHOMARU UESHIBA.
¿Tiene alguna relación el AIKIDO con las ciencias que estudiamos en esta Universidad?
El Aikido y el Judo son artes marciales para las cuales se requiere una comprensión intuitiva de las leyes de la Física relativas a las fuerzas, momentos de giro, equilibrio y movimientos de rotación.
El Aikido es una forma de arte marcial relativamente moderna (podemos decir que el año 1925 marca su inicio) en la que su rasgo más característico es la estricta norma de evitar toda lesión al contrario. Por ello, más que un deporte de competición, es una forma de autodefensa en la que no intervienen técnicas que puedan considerarse ataques. Probablemente el Aikido sea una de las artes marciales más difícil de aprender a alto nivel, pues sus exigencias de destreza, desenvoltura y coordinación rivalizan con las del ballet.
Muchas técnicas del Aikido se basan en la desviación de una fuerza dirigida directamente hacia nosotros. Supongamos que un atacante nos lanza un puñetazo al rostro. Para resistir dicho golpe, quizá superior a 3.000 Newton, se precisa soportar un gran impacto que probablemente produzca incluso rotura de huesos. Un procedimiento más prudente es desviar el golpe ya que, aunque para pararlo de frente sea necesaria una fuerza elevada, para desviarlo basta una fuerza reducida. Así, una fuerza de 10 Newton puede ser suficiente para desviar en un centímetro un golpe directo.
El Aikido posee centenares de técnicas para utilizar "habilidades" frente a un contrincante determinado. En casi todas ellas una pequeña fuerza de desviación sirve para evitar la acometida del contrario y guiarle de forma que sea el quien se derribe a sí mismo. Siempre que se contempla una defensa de un maestro de Aikido, los movimientos son tan fluidos y sin esfuerzos que uno se ve inducido a pensar que hay truco y que el contrario finge cuando cae al suelo. Pero la caída no es simulada; lo parece porque el maestro ha invertido años en desarrollar una sensibilidad intuitiva acerca de las leyes físicas relativas a las fuerzas, los movimientos de rotación y los momentos de giro.
Originalmente, las artes marciales japonesas se inspiraban en el objetivo de la victoria en el campo de batalla, pero la victoria tiene corta vida; cesa rápidamente y desaparece. Uno puede regocijarse con las victorias obtenidas, pero estas nunca constituyen la satisfactoria victoria final. Esta contradicción se resolvió al crearse el BUDO (la vía de las artes marciales), cuyo principal exponente moderno es el Aikido, que enseña el modo de obtener la victoria absoluta basándose en la filosofía de la no resistencia. No resistencia significa reducir los instintos agresivos, combativos y destructivos de una persona y encauzarlos a través del poder del amor creativo. Tal filosofía llama más la atención al expresarse mediante un arte marcial; pero es esa la esencia del BUDO.
Pero como ya ponía de manifiesto el MAESTRO FUNDADOR UESHIBA en los años 20, el Aikido no consiste solo en un arte marcial más, sino que lleva un desarrollo espiritual en su entorno que le hacía proclamar constantemente que "El verdadero Budo es la vía de la gran armonía y del gran amor por todos los seres", y que cada movimiento tiene su origen en el funcionamiento de la unidad del "KI" con la mente y el cuerpo.
El Maestro Ueshiba afirmaba que un arte marcial debe ser una fuerza generadora de amor, que a su vez nos conduzca a una vida rica y creativa, pues teniendo en cuenta que el verdadero Budo requiere ordenar la energía del Universo, protegiendo la paz del mundo, moldeando y preservando en su forma justa todo lo que existe en la naturaleza y por todo ello entrenarse en el Budo, equivale a fortalecer dentro del propio cuerpo y de la propia alma, el amor a la naturaleza, a nuestros semejantes y en definitiva a todos los seres.
Al inicio de los años 50 nuestro apadrinado fue asumiendo el mando de todos los asuntos relacionados con la administración, organización y promoción de tal arte, contribuyendo en gran medida a la extensión del AIKIDO en todo el mundo. Todo ello ha fortalecido el acercamiento de la cultura japonesa a la cultura occidental y ha contribuido a una mejora en las relaciones entre los diferentes pueblos que habitamos esta aldea planetaria.
Hoy la Universidad Politécnica de Valencia, al nombrar Doctor de Honor al Honorable Doshu, rinde homenaje a todos aquellos que aman la paz en el mundo, buscan la armonía entre los hombres y destierran el egocentrismo que la sociedad actual quiere imponer al ser humano.
Por ello, no quisiera dejar pasar este momento sin tener un recuerdo para Francisco Fernández Ordoñez (propuesto también como Doctor Honoris Causa en la misma Junta de Centro), el cual durante toda su vida buscó la armonía entre los hombres, fructificando sus esfuerzos en el éxito de sentar diferentes culturas durante la Conferencia de Madrid. Desgraciadamente, su muerte prematura nos imposibilita ofrecerle el homenaje del que era indiscutible acreedor.
Con este acto quisiéramos también distinguir y ensalzar a todos los deportistas que día a día practican un deporte con la única razón de buscar un perfeccionamiento personal, consiguiendo así "MENS SANA IN CORPORE SANO".
Muchos se preguntarán por qué una Escuela Técnica propuso al Honorable KISSHOMARU UESHIBA como doctor "Honoris Causa". Personalmente les diría que la propuesta surgió no sólo porque nuestros alumnos son deportistas amateurs, alguno con prestigio internacional, recordemos que nuestra alumna Amparo Dolz obtuvo una medalla olímpica en Seul, sino también porque tratamos de potenciar en nuestro Centro (en la línea del Aikido) una fomación global que posibilite el desarrollo armónico de la personalidad, pues opinamos que la técnica no tiene porque deshumanizar el trabajo y destruir la naturaleza, sino que hay que evitar que un ingeniero reciba una formación unidireccional en la línea de sacarle el máximo partido a los medios materiales, sin importarle más que la rentabilidad del presente, aunque ello lleve una cierta degradación de la Naturaleza.
Como la filosofía del AIKIDO se puede extender a todos los campos, me atrevería a pedir, como conclusión que todos nuestros universitarios reciban una formación que valore la solidaridad con los semejantes, la no agresión al medio ambiente, la búsqueda de la armonía de su cuerpo y espíritu con la naturaleza hacia la consecución de un mundo mejor como nos enseña nuestro apadrinado.