Alicia vino del mar,
en un barquito velero
con marineras de azúcar,
viene de Cuba,
de la isla que tiene mar por todas partes.
Porque Cuba tiene mucho más mar por todas partes que otras islas.
Alicia viene al País de las Maravillas. Viene a Valencia.
Alicia nació de un pacto irrepetible de dioses contradictorios. Por eso es dúctil y es frágil, es grácil y es fuerte, y su ritmo desafía las leyes de la gravedad y las leyes de la elasticidad de los materiales biológicos. Es frágil como la porcelana y fuerte como el titanio de las puertas de la gran Mezquita de Casablanca. Y el pacto hubo que hacerlo, porque había que reescribir la danza. Alicia, Alicia Alonso de Cuba, es bella como esas perlas del Caribe que se hacen en años de silencio.
Cualquiera de estas razones, incluida la última, eran motivos suficientes para honrar y acompañar a Alicia esta tarde-noche de esta Valencia de las Maravillas.
Pero hay una razón más por la que Alicia Alonso de Cuba se merece el más alto honor universitario que le podemos otorgar. Su capacidad de trabajo y de lucha que han hecho posible, junto a su magisterio, que el nombre y la obra de Alicia Alonso de Cuba, viva tanto como los dioses que hicieron el pacto en el que fue engendrada, es decir, su obra, fruto de su arte y de su lucha, será eterna.
Obra: Camerata en guaguancó (Real Audio)
Intérprete: Camerata Romeu
Autor: Guido López Gavilán