Doctor Honoris Causa por la Universitat Politècnica de València. Investido el 9 de junio de 2009
Rector Magfco de la Universidad Politécnica de Valencia
Excmo Presidente del Consejo Social
Sres Claustrales
Señoras y Señores
Me corresponde el grato privilegio de apadrinar, en este solemne acto académico, al Dr. Jacques Diouf, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (F.A.O). Los objetivos de esta organización son varios, pero, actualmente, podrían resumirse en uno solo, la erradicación del hambre y la pobreza a nivel global. Para ello, entre otras cosas, fue creada, en la ciudad de Quebec en 1954. De todas las actividades posibles del ser humano, quizás, o mas bien diría estoy seguro, que aquellas dirigidas a ayudar a los mas desfavorecidos son las causas mas nobles.
Pero, ¿cuál es en esencia el problema? El problema se puede resumir en que, de acuerdo con datos de la propia F.A.O., 36 países del mundo están en crisis alimentaria y en el año 2008 había 963 millones de personas desnutridas, 40 millones más que en 2007, debido al incremento de los precios alimentarios. Por otro lado, se calcula que en el año 2050 el planeta Tierra albergará una población de unos 9.000 millones de personas y que, si se desean cubrir las necesidades básicas globales en calorías alimenticias, para ese último año, se deberían duplicar las producciones actuales de alimentos. A esto se une la existencia, a nivel mundial, de un mayor número de personas con elevado poder adquisitivo que desean cambiar su hábitos alimentarios, haciéndolos mas semejantes a los occidentales, sobretodo en países como China y la India, que poseen un enorme peso poblacional (entre ambos suman 2.450 millones de habitantes, un 37% del total del planeta). Sus habitantes desean, y tienen el mismo derecho que nosotros, a alimentarse de modo similar y pasar de sus dietas de 1.500 calorías a las 3.000 del mundo occidental. Si hoy, con los planteamientos actuales, ya tenemos un grave problema de hambre, ¿de donde saldrá el alimento para tantas personas? ¿es realmente un problema de recursos o de insolidaridad?
Lo cierto es que, aunque hoy se produce alimento mas que suficiente para nutrir a todos, el mundo aún no se ha librado del hambre en algunos de sus territorios, frente al riesgo para la salud que representa el exceso de consumo de alimentos, en otros. Este hecho pone de manifiesto el error de muchas iniciativas para manejar el problema con el máximo provecho para el ser humano. Todo ello pasa, ineludiblemente, por el esfuerzo solidario de los gobiernos, aunque no parece existir una voluntad política suficiente.
Esto último tristemente es una realidad. La persistencia del hambre en un mundo en el que los recursos abundan es un hecho "sencillamente" inaceptable. La ayuda mundial con que se financiaban los programas agrícolas de la FAO en los países en desarrollo, pasaron de 8.000 millones de dólares USA en 1984 a 3.400 millones en 2004, es decir se ha reducido en más de la mitad en esos 20 años.
Por otro lado, las estadísticas de la FAO revelan que el 40% de la población mundial dependen de la agricultura, la caza, la pesca o la silvicultura para su subsistencia. Para ellos la agricultura tiene valor tangible, es su forma de vida. Los países tienen una relación carnal con su agricultura, con su tierra: la agricultura ha modelado sus paisajes, a ella le deben parte de su alma. Pero quizás la aportación más significativa de la agricultura sea que, para más de 900 millones de personas subnutridas, la agricultura constituye el único medio para salir de esta situación. Parece existir un cierto consenso en este punto. Así, el Primer Ministro de la India llegó a afirmar que "todo lo demás puede esperar, pero no la agricultura", o cuando el Presidente del Banco Mundial manifestó que "es hora de volver a poner a la agricultura en el centro del programa de desarrollo".
De otra forma, muchas mas personas serán empujadas a abandonar su tierra llamando a la puerta de los países occidentales. Se precisa evitar esos éxodos masivos con el crecimiento económico y, sobretodo el desarrollo agrícola, pues el 70% de las personas pobres viven en zonas rurales.
De cara al futuro inmediato, debemos ser conscientes de que nuestro planeta tiene sus límites. Algunos de los problemas que hay que afrontar se centran en la dificultad de aumentar la superficie cultivable y la profunda carencia de agua, además de la espada de Damocles del cambio climático. Éste podría afectar seriamente a los rendimientos de los cultivos, sobretodo en las zonas tropicales y subtropicales, entre los paralelos de 35º latitud norte y sur. Los rendimientos productivos podrían recortarse en un 30% o incluso más. Habrá que adaptar la agricultura al nuevo escenario mas caluroso.
Uno de los problemas que hay que afrontar es el suelo agrícola disponible para los cultivos, o mejor dicho la escasez de tierra para los cultivos sin deforestación. Ésta es una de las causas principales de hambre y pobreza en el mundo.
En determinadas zonas como pueden ser la península del Sinaí, Asia meridional o el Norte de África, se ha agotado el potencial de tierras de secano, excepto el que la biotecnología pueda aportar, y hay una merma de recursos hídricos renovables. Dependen de las importaciones. Hasta ahora, en situaciones de falta de alimentos se echaba mano de los países "granero" de trigo, como China, Rusia, Argentina o Ucrania, que hoy cierran sus exportaciones, o de los países "granero" de arroz, como Vietnam, India o Japón, que hacen lo propio. Las reservas mundiales se encuentran en mínimos; estos productos básicos no se hallan en el mercado, y muchos países africanos dependen de ellos. Hoy se está dando la paradoja de que algunos países muy desarrollados y con una enorme población, como puede ser el caso del Japón, están adquiriendo grandes superficies de terreno en el África Subsahariana, para la obtención de alimentos para sus propios habitantes, intentando prevenir una posible falta de los mismos. La cuestión es que, efectivamente, en África y Asia Centrales y América Latina se puede incrementar la superficie cultivable, pero con la debida prevención y la medida de los riesgos ambientales.
Por otro lado, la escasez y el reparto desigual del agua. EL agua es un bien limitado. Sin embargo, el regadío es un poderoso instrumento al servicio de la erradicación del hambre, y podría ser la única manera de evitar la deforestación. En España, solamente el 15% de la superficie labrada es de regadío, pero supone 55% de la Producción Final Agraria (PFA). A nivel global, en riego se encuentran, aproximadamente, unas 2.500 millones de has, que representan un 20% del total de has cultivadas, pero aportan el 40% de la PFA. Hay que encontrar modos de producir más alimentos con una cantidad proporcionalmente menor de agua.
Otro factor incidente es la competencia entre la producción de alimentos y la de bio o agrocombustibles. La Unión Europea se planteó, en marzo de 2007, el objetivo vinculante de que las fuentes renovables cubran el 20% del consumo total de su energía en 2020 y que los agrocombustibles representen el 10%, el 5,75% en el año 2010, del consumo de gasolina y gasóleo utilizado en el transporte.
El problema es que si el petróleo sube, el biocombustible puede tener su interés y los granos se emplearían para biocombustible y no para alimentación. En este escenario. el precio de los cereales experimentó en 2008 la mayor subida registrada en la historia en un solo año, y hay que recordar que los cereales constituyen la base principal de la alimentación de la humanidad. Cualquier movimiento directo en el mercado de estos productos tiene una repercusión inmediata y profunda en la alimentación humana y en el sistema alimentario.
Por otro lado, la creación de un mercado bioenergético podría permitir la movilización de las inversiones hacia el sector rural, para el establecimiento de nuevas industrias y la introducción de tecnología. Esto contribuiría al desarrollo rural, a la generación de nuevos empleos y la mejora de los salarios existentes. También, la ampliación del uso de recursos naturales abre la oportunidad de mejorar la gestión del territorio. Sin embargo, esta meta no se alcanzará sin las decisiones adecuadas y las políticas correctas, y podría generar una mayor pobreza y daño al medioambiente. Estos riesgos han quedado patentes en los últimos años, dado que el cultivo de soja ha causado ya la deforestación de 21 millones de hectáreas de bosques en Brasil, 14 millones de hectáreas en Argentina, 2 millones en Paraguay y 600.000 hectáreas en Bolivia.
Los gobiernos democráticos deberían ser conscientes de que derivar productos alimenticios a combustibles puede tener efectos catastróficos en los países en vías de desarrollo, comprometiendo la soberanía alimentaria de millones de personas. Incluso si no se trata de cultivos de alimentos, el resultado es el mismo, pues se desplazan parcelas inicialmente destinadas a la alimentación local.
En resumen, el subdesarrollo es la consecuencia de una mala utilización de los recursos naturales y humanos. La solución debería venir a través de una estrategia global de desarrollo, que fuera capaz de concitar a los países desarrollados y a aquellos en vías de desarrollo, capaz de movilizar a todos los factores de producción en favor de la colectividad.
Así, la nueva PAC debe someterse a principios de solidaridad global, premiar una agricultura que realice aportaciones positivas a la sociedad, modelos productivos compatibles con la escasez de tierras aptas para el cultivo, evitando la deforestación y aprovechando el agua eficientemente.
Una nueva forma de desarrollo que conlleve un manejo adecuado de la seguridad alimentaria y el comercio agrícola son necesarios, con una política agraria imbricada en su cadena de valor. Unas nuevas formas que aseguren a los agricultores, en general, una vida digna con un comercio global afincado en términos de justicia económica.
Tenemos por delante un reto sin precedentes. Hay que actuar y hay que hacerlo YA.
El Dr. Jacques Diouf nació en Saint-Louis (Senegal). Consiguió el certificado de estudios primarios y siguió el bachillerato en Ciencias Experimentales en esa misma ciudad. Mas tarde, se marchó becado para cursar la titulación de Ingeniero Agrónomo por l'École Nationale d'Agriculture de Grignon-Paris, realizó el Máster en Agronomía Tropical en la universidad de Nogent-París y el Doctorado en Ciencias Sociales del Mundo Rural en la Facultad Panthéon-Sorbonne, también en París. Obtuvo varios Certificados en Gestión por la American Management Association de Nueva York. Posee, por lo tanto, una sólida formación técnica y de gestión.
Aunque, la parte de su Curriculum Vitae que, de alguna manera, justifica la propuesta como Dr. Honoris Causa por Universidad Politécnica de Valencia comienza el 8 de noviembre de 1993, cuando el Dr. Jacques Diouf fue elegido Director general de la FAO, cargo para el que fue reelegido en varias ocasiones, hasta la actualidad.
Durante estos 26 años, ha sido un luchador infatigable por la causa, dirigida, en primer lugar, a que toda la población mundial pueda cubrir sus mínimas necesidades de supervivencia y, en segundo lugar, pero muy ligado al primer objetivo, a que las poblaciones mas desfavorecidas del planeta puedan valerse por sí mismas, sin necesidad de ayuda externa. Es aquello de dar peces, pero también de enseñar a pescar.
Para ello, la FAO, cito textualmente, "lleva a cabo proyectos que van desde la producción agrícola hasta la producción de pescado y la cría de pequeños animales, incluyendo el apoyo a iniciativas como los huertos escolares o la apicultura. Recogida de aguas y riego en las aldeas, pequeños silos metálicos para mantener las cosechas, insumos modernos (semillas, fertilizantes,..)". Su Presidente visita constantemente diversos países, con el fin de buscar esos recursos y esa ayuda técnica y humana necesaria para llevarlos a cabo, es decir para sacudir nuestras conciencias de acomodados ciudadanos occidentales. En definitiva, lucha por conseguir, entre otros, aquel objetivo que Muhammad Yunus, el famoso banquero indio creador del microcrédito, definía como "el que los niños del mañana vean la pobreza solamente en los museos".
Toda esa actividad ha sido reconocida a lo largo y ancho de los países, las Organizaciones y las Universidades de todo el mundo, a través de numerosas Medallas, Condecoraciones y Doctorados por Causa de Honor.
Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas autoridades y claustrales, solicitamos con toda consideración y encarecidamente rogamos que se otorgue y confiera a D. Jacques Diouf el supremo grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia.