Álvaro Siza nos trae lecciones de arquitectura parida desde otro mar, del misterioso mar Atlántico suyo a viejo mar de cultura nuestro. Y nosotros lo celebramos. Porque aquí, en Valencia, en esta Universidad, todavía, y esperemos que dure, cerramos la muralla a los que venden ideologías de sarcófago. Cerramos la muralla al fundamentalismo irreverente y al reverente. Cerramos la muralla a los que adoran lo que no cambia, a los que venden lo que nadie compra, a los que tienen miedo a ser libres. Pero abrimos la muralla a los que hacen arquitectura, a los que saludan a las gaviotas y a los que sólo tienen lo que comprenden. Como Álvaro Siza posee las tres cualidades, además de abrirle la puerta de la muralla le daremos la llave de la puerta.
Próximamente las avenidas, las calles y plazas de este campus serán rotuladas con los nombres de todos los Doctores Honoris Causa que han sido nominados por esta Universidad. Cuando eso ocurra me responsabilizaré personalmente de proponer, y espero que sea aprobado, que el nombre de Álvaro Siza Vieira se reserve para un lugar-oasis cercano a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, oasis-lugar que hoy existe lleno de veinte Palmeras: palmeras ventrudas, palmeras cimbreantes, palmeras que saben arquitectura, palmeras flexibles, inmaneradas y amaneradas.
Y así, Álvaro Siza, cuando lo estime conveniente, podrá venir a pasear por su plaza-lugar de las veinte palmeras. ¡Xe! ¡Ocurre cada milagro en esta Universidad!
