Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 19 de enero de 2005.
Ilmo. Sr. Director general de Universidades y Formación Superior, don José Esteban Capilla Romá
Exmo. Sr. D. Juan Vicente Lladró, vicepresidente del Consejo Social de la Universidad
Exmo. Sr. D. José Soler, defensor de la comunidad universitaria
Exmo. Sr. D. Francisco Javier Sanz Fernández, Rector Magnífico de la Universidad Politécnica de Valencia
Autoridades Académicas
Claustro de profesores
Exma. Sra. Dª Amparo Rivelles Ladrón de Guevara
Familiares y amigos
Señoras y Señores
Corría el año 1967 cuando me incorporé como funcionario de carrera al Conservatorio de Sevilla, un año después de la aparición de la reglamentación general de conservatorios de música año1966
Y fue entonces, para el cuerpo de profesores, un breve síntoma de reconocimiento de la dignidad de la música, tanto tiempo oprimida y humillada, al exigir por primera vez desde la segregación de los estudios superiores de música de las materias que se impartían en la Universidad el bachillerato superior como requisito indispensable para obtener el título de grado Superior en cualquier especialidad musical
Este detalle legislativo, con aquella formalidad académica, proporcionaba su granito de arena, honrando las enseñanzas musicales. Fue el comienzo de una larga andadura que todavía no se ha producido: el regreso de las enseñanzas musicales a la Universidad posibilitando una deseada simbiosis entre Universidad y Música que nunca debió quebrarse.
Confiemos que, después de las declaraciones de Justo Nieto, anterior rector de esta universidad, sobre la creación de la primera facultad española de música en Valencia, se culmine este largo proceso tan ansiado por todos los que integran los grupos docentes en los conservatorios y que se afronte con ilusión la nueva responsabilidad
Sería la redención de un agravio, o mejor, dar fin a la asignatura pendiente que se arrastra desde el 17 de junio de 1868 cuando un decreto carente de todo rigor científico fue publicado por el ministro en funciones Severo Catalina, que cometiera el grave error histórico de eliminar la música de los estudios de la Universidad. Imagino que todas las colectividades musicales que integran los Conservatorios esperan que las declaraciones de Justo Nieto sean en un futuro próximo una complaciente y grata realidad
Con este extraordinario acontecimiento cultural que se avecina la universidad ha propuesto una lista de personas vinculadas al mundo de la música para ser investidos doctores honoris causa. He sido el primer elegido. Tengo que expresar mi profundo y sincero agradecimiento por el tener el privilegio y el honor de haber sido el primer elegido para recibir este título He dicho elegido, ya que el primer músico nombrado fue el ilustre maestro nuestro querido don Joaquín Rodrigo en 1988.
El fundamento de mi gratitud es tan evidente que en vano intentaría manifestarlo con la multiplicidad verbal Por esto mi exposición, sincera en extremo, tiene la garantía de ser una acción incesante y siempre reverdecida con el ofrecimiento de mi colaboración en todo cuanto esté a mi alcance sin excepción ni condicionamientos, para llevar a cabo este plan.
El haber escogido el tema que encabeza este discurso con este acto que se avecina, no ha sido al azar sino el resultado de una profunda reflexión el hacer un breve recorrido de la aventura tan humillante que ha sufrido la música en la Universidad por la mala gestión de una persona que ejerció un cargo público que jamás debió ocupar. La culpa de este personaje sólo fue aceptar y ser portavoz de las disposiciones emanadas por el gobierno en ese momento
El comienzo de las disposiciones establecidas por el gobierno sobre la música en la Universidad hay que situarlo a mediados del siglo XIII cuando en 1254 el rey Alfonso X El Sabio fundó la Universidad de Salamanca con la promulgación de la Real Cédula que es un compendio de normas y medidas por las que debe regirse esta institución a partir de ese momento.
Señalemos que España tiene el honor y orgullo de ser el primer país que introdujo la música en los programas de estudio de la universidad al haber establecido en sus planes de estudio el trivium y el quadrivium, conjunto de las cuatro artes matemáticas, los saberes de aritmética, geometría, astronomía y música, materias que venían debatiéndose en ruidosas polémicas y practicándose desde los remotos tiempos de la antigüedad clásica.
La bula del papa Clemente IV que aprobaba los estatutos de 1313 manifiesta expresamente que la música es una materia que debe ser impartida por magistri o por doctores En 1411, momento que las enseñanzas de la música gozaban de un gran predicamento con la reforma del antipapa Benedicto XIII se aumentó el estudium elevando a 24 el número de cátedras en propiedad entre los que se encontraban la de música. En 1423 se promulgan los estatutos del papa Eugenio IV que liberan a los docentes de la obligación de ser magistri, basta con ser bachilleres En 1538 se produce otro cambio importante: los catedráticos pueden dar sus clases en castellano en vez del latín que hasta entonces había sido preceptivo
En 1792 la Universidad de Salamanca al aplicar el plan propuesto a Carlos IV para la formación de un nuevo colegio de filosofía, la universidad es objeto de una nueva reforma que tambalea los cimientos de la música. Su majestad decretó la supresión de la cátedra de música porque lo científico de aquel arte puede y debe dejarse en manos de los catedráticos de matemáticas aunque subrayándose que en ningún modo sea perjudicial para la enseñanza.
En los últimos decenios del siglo XVIII se inició una situación inestable al desviar la enseñanza de la música en la Universidad hacia la enseñanza personalizada para jóvenes de clases medioaltas regidas por los músicos de las catedrales. En el siglo XIX hubo intentos de reconducir la enseñanza hacia la oficiosidad, pero este movimiento no cuajó y así, ambos mundos se fueron separando y se acaba con una situación que desde sus comienzos había dado frutos tan copiosos en el campo del arte. Vacilando en este clima de indecisión, languidez y apatía, se produjo la desaparición de la música en la universidad con la muerte de don Manuel Doyagüe, última figura que ocupa su cátedra en 1842.
Otro estudio general que arranca en 1293 con la actividad del obispo Gonzalo Gudiel es la fundación por el cardenal Cisneros de la Universidad de Alcalá que abre sus aulas en 1508. Los datos sobre la enseñanza de música son confusos y nada halagüeños, seguramente porque el término enseñanza musical no existía en sus planes lectivos, ya que se impartirían en las cátedras de matemáticas, que desde el principio tenían su cátedra, o bien en alguna de las cátedras de arte.
Otro acontecimiento cultural que tuvo lugar a comienzos del siglo XVI, concretamente en 1502, fue la aparición de la Universidad de Valencia, fundación típica del Renacimiento. No fue una creación espontánea sino que tuvo su caldo de cultivo en una larga trayectoria educativa que se inició cuando Jaime I fundó el reino cristiano de Valencia. Los antecedentes históricos de la Universidad hay que situarlos en la creación de las escuelas conventuales, catedralicias, municipales y por fin en la universidad. Jaime I dio libertad de enseñanza en los fueros que juró en1261 otorgant que tot cler et tot home tinga llibertat per accedir als estudis de gramàtica et altres arts en qualsevol lloc en tota la ciutat . Este decreto fuero dio pie a que en Valencia se establecieran escuelas de franciscanos y dominicos durante los siglos XIII y XIV en los que se enseñaban, entre otras materias, el trivium y el quadrivium. March Baldó, en su libro "Universidad de Valencia" asegura que ya en 1503, recien creada la universidad, contaba con una catedra de matemáticas en la que posiblemente se explicaban el trivium y el quadrivium.
El pasado 4 de enero del 2004 el diario eclesiástico semanal "Paraula" daba una noticia sorprendente sobre el descubrimiento del sepulcro del obispo de Valencia Ramón Gastón concretamente en la capilla de San José en el subsuelo de la catedral en unas catas para futuros enterramientos episcopales. No voy a entrar en las características y detalles de tan trascendental descubrimiento, pero sí quiero hacer constar que en la obra de Arturo Llin Cháfer "Arzobispos y obispos de Valencia" señala que el obispo Ramón Gastón (muerto en 1348) fundó en 1345 el estudio de lectura, germen del futuro estudio general institucionalizando en torno a la catedral la enseñanza de teología con una cátedra o lectura pública. En el año 1363 el consejo de la ciudad se dispuso a organizar las escuelas menores: gramática, lógica y arte que final y definitivamente quedaron instaladas en 1412 en la escuela municipal En 1499 se aprobaron nuevos estatutos para las escuelas municipales que concretamente eran los nuevos estatutos para la universidad. Más tarde le dieron la categoría de estudio general. Alejandro VI expidió el 23 de enero dos bulas fundamentales y la aprobación real de Fernando el católico fue fechada en Sevilla el 16 de febrero de 1502 y el 13 de octubre de ese mismo año fue inaugurada la Universidad con todo esplendor. Aunque sus documentos no son muy pletóricos en información cuanto al tratamiento de la música en sus aulas, sí tenemos noticias de la consideración que se dispensaba a estos estudios de manos de 2 autores muy relevantes que formaron parte del claustro de la Universidad Tomás Vicente Tosca Marco (1651-1723) y Antonio Eiximeno (1729-1809).
Como colofón a este antecedente, apoyando los criterios expuestos por Menéndez y Pelayo en su "Historia de las ideas estéticas de España" diremos lo siguiente: "Se introdujo, no sólo la música especulativa sino también la práctica en todas las aulas de Europa como parte esencialísima de la educación liberal y se adscribió a las facultades de artes catedráticos de música y doctores en música hasta tiempos relativamente muy modernos".
Mientras tanto, cuando las enseñanzas de música desaparecen de la universidad en 1842 en Salamanca con la muerte del maestro Manuel Doyagüe y en la de Alcalá, desde el fallecimiento de Andrés Lorente en 1703 no señala actividad musical docente alguna, se publica en 1812 la constitución de Cádiz que altera sensiblemente los hábitos docentes al introducir cambios considerables. El título 9, que trata la Instrucción pública, dice textualmente en su artículo 367 "Asimismo se arreglará y crearán el número competente de universidades y otros centros de instrucción que se juzguen convenientes para las enseñanzas de todos los ciencias, la literatura y las bellas artes". Es evidente que la música quedó incluida en los estudios universitarios. Es la primera vez que el Estado toma iniciativas al incluir la música en las enseñanzas superiores y que corresponde a la universidad impartir las enseñanzas en esta materia.
Promulgada la constitución de 1812 van apareciendo sucesivamente proyectos de nuevos planteamientos como en 1814 que se presenta en las Cortes el dictamen y proyecto sobre el arreglo de la enseñanza pública, conocido como el informe Quintana por haber sido don Manuel José Quintana su redactor; en 1824 y 1826 publica Francisco Tadeo Calomarde varios decretos denominados Plan Calomarde; por la Real Orden de 15 de julio de 1830 y, bajo los auspicios de la Reina doña Mª Cristina, se crea el Conservatorio de Música de Madrid.
En 1836 se lanza el plan duque de Ribas, de 1845 data el plan general de estudio de José Pidal y en 1857 sale a la luz la ley de instrucción pública, ley Moyano, marco legal que rigió nuestro sistema educativo hasta la ley 14/1970 de 4 de agosto como así se recoge en la exposición de motivos de esta ley. La ley de 9 de septiembre de 1857 en su artículo 137 dice lo siguiente: "Habrá en Madrid una Escuela de Bellas Artes para los estudios superiores de pintura, escultura y grabado, además de los elementales, otra de arquitectura y un Conservatorio de música y declamación.
Cierra fatídicamente este periodo poco acertado por la falta de ideas pedagógicas y didácticas, nada puntuales y congruentes, el decreto de Severo Catalina de 1868 que envilece la consideración de que gozaban los estudios de música al quitar su condición de estudios universitarios con las siguientes torpes y pedantes reflexiones que aluden al carácter de esa enseñanza "cuya naturaleza y aplicación artística, dice, se alejan tanto de la organización universitaria como difieren y se alejan los vuelos de la imaginación y las creaciones de la fantasía del procedimiento y discurso de la razón serena"
Este hombre no previó el daño tan profundo que había causado al arte musical .El Real Decreto del 15 de diciembre de 1868 disuelve el Conservatorio Superior de Música de Madrid y lo convierte en Escuela de Música.
Y así, acumulando más y más decretos citaremos los más sobresalientes, el proyecto del Real Decreto de 13 de septiembre de 1901, que es un paso importante en el ordenamiento académico de los estudios musicales, y el Real Decreto del 16 de julio de 1905 que ordena el procedimiento para autorizar la creación del Conservatorio. Llegamos pues a la promulgación del primer reglamento del Conservatorio Superior de Música de Madrid ordenada por el Real Decreto de 25 de agosto de 1917. La presentación del contenido de este reglamento de tal manera es insuficiente para ordenar una convincente y planificación orgánica de los estudios de los conservatorios que hasta la propia administración evidencia sus carencias, defectos y vicios. La obra quedó incompleta y por ende defectuosa, dice textualmente en su parte expositiva.
En un contexto muy similar se presenta el Decreto del 15 de junio de 1942 que, según la misma administración, tampoco impulsa la reforma deseada y reconoce que "estas enseñanzas no han tenido en nuestra patria, a pesar de los intentos, un plan orgánico, eficaz y bien determinado".
La Reglamentación General de los Conservatorios de Música de 1966, que intentó ampliar la organización del decreto de 1942, nace lamentablemente maltrecha desde sus orígenes. Me explico: El Ministerio de Educación y Ciencia convocó a todos los directores de los Conservatorios de España para que en varias sesiones elaborasen unieran criterios tendentes a elaborar un reglamento de todas las enseñanzas musicales que sería el resultado del balance de unos criterios puestos a debate y lograr unas conclusiones prácticas resultado balance de un criterio puesto a debate de lograr unas conclusiones prácticas y uniformes.
Concluido el trabajo aparece en el Boletín Oficial del Estado del 24 de octubre el Decreto 218/1966 con el título Reglamento general de los Conservatorios de Música pero oh! sorpresa, la publicación de aquel órgano oficial es un engendro del reglamento nada parecido a lo redactado en aquellas sesiones. En lo correspondiente a la organización de los estudios musicales ha sido literalmente nefasto. No hay una sola incorporación que de verdad haya contribuida a poner al día los sistemas de enseñanza y agilizar convenientemente los trámites del proceso educativo, antes al contrario, los ha empeorado. La ley 14/1970 del 4 de agosto general de educación y financiación de la ley educativa aborda directamente el problema ya rancio de los Conservatorios y arroja una luz que puede ser un faro muy intenso en la ceguera habitual a la que estamos acostumbrados. La disposición transitoria segunda punto cuarto expresa lo siguiente: Las escuelas superiores de Bellas Artes, los conservatorios de música y las escuelas de arte dramático se incorporarán a la educación universitaria en sus tres ciclos en la forma y en los requisitos que reglamentariamente se establezca. El 6 de agosto de 1970 se publica esta ley y el 9 de noviembre se celebra en Sevilla la segunda decena de música que ese año estaba dedicada a los problemas actuales de la educación musical en España. Don Francisco Calés Sotero, entonces consejero asesor de la música, pronuncia un discurso sobre la ley general de educación y la enseñanza profesional de la música, lección que todavía hoy es una denuncia de las muchas grietas que había en el reglamento de 1966. Entre otras muchas cosas el ponente hace un estudio muy pormenorizado de este decreto, revelando las muchas deficiencias, lagunas y despropósitos de su contenido Para más INRI la disposición transitoria primera párrafo primero de la ley general de educación dice: el gobierno, a propuesta del Ministerio de Educación y Ciencia acordará las medidas precisas para la implantación gradual en el plazo de 10 años de las disposiciones previstas en esta ley. En el Consejo Nacional de Educación se estudiaron los pasos para su real incorporación en 1972, pero un personaje siniestro de la música mostró públicamente su disconformidad con razones que sonrojaron a los propios miembros del Consejo Nacional. Se detuvo la negociación. Pasaron los 10 años que marca la ley, no se aplicaron los contenidos de la disposición y aquella y decisiva voluntad política de integración de los estudios superiores en la Universidad que podía haberse convertido en un hecho histórico resultó ser un espejismo efímero y fugaz.
El 4 de octubre de 1990 salió en el BOE la ley 1/1990 de Ordenación General del Sistema Educativo LOGSE, de 3 de octubre de ese año. Parecía que con esta ley había llegado el momento de subsanar todos los obstáculos que impedían la normalización adecuada para la ordenación de las enseñanzas superiores de música, pero a pesar de haber otorgado a estos estudios superiores el grado de licenciado universitario a todos los efectos, la inconcreción de la norma no llegó a resolver los futuros proyectos de estabilidad académica. La LOGSE en el titulo segundo artículo 42 párrafo cuarto añade: las administraciones educativas fomentarán convenios con las Universidades a fin de facilitar la organización de estudios de tercer ciclo destinados a los titulados superiores a los que se refiere el apartado anterior. La dependencia de los Conservatorios de la Universidad por lo que a estudios de doctorado se refiere, sino se lleva a efecto su integración en la misma, confina para siempre a los Conservatorios a ser entidades sin personalidad, sin autonomía, sin derecho a tener criterio académico, en una palabra, a ser cautivos de la misma ley.
No se comprende como Música y Universidad, históricamente tan juntas, hayan estado disociadas tanto tiempo. Los conservatorios aportarían a la Universidad la tradición de los estudios de la técnica musical y la Universidad enriquecería al alumnado de los Conservatorios con una completa preparación humanística y musicológica. Ambas se ayudarían y formarían un tandem que tendría asegurada su supervivencia.
Actualmente, este proceso de integración de los estudios superiores de música en la Universidad tiene nuevas connotaciones no por ser de más urgente e inmediata aplicación sino por que han sido objeto de una gestión adscrita al compromiso de las universidades europeas en la marcha del proceso de convergencia con el espacio europeo de educación superior. El catálogo de titulaciones primer desafío que tiene la comunidad universitaria que se van a aplicar como consecuencia del espacio europeo de educación Superior previsto en la declaración de Bolonia de 1999 se han adelantado en tres años sobre las previsiones iniciales fijadas en el 2010. Las nuevas directrices de los países que forman la UE en relación con esa reducción de tres años supone un reto añadido puesto que en esa fecha la problemática académica de educación deberá estar resuelta definitivamente por lo que a la vinculación con la Universidad se refiere Es prematuro hablar de los resultados de estos planteamientos que a primera vista tiene un futuro bastante optimista. Pero todavía esta todo bastante confuso. Ahora bien una cosa sí podemos asegurar: lo que es seguro es que los conservatorios superiores en ningún caso seguirán integrados en estudios de rango no universitario Confiemos que pronto todas estas disposiciones acabarán por convertirse en una realidad de la que se beneficiarán muchísimos ciudadanos con ánimo de llegar a ser músicos con mayúsculas.
Estas son, brevemente expuestas las visicitudes por las que han pasado los estudios superiores de música en España que durante años han estado y siguen estando en la en la más absoluta indefinición académica producida por que las autoridades educativas no tuvieron el valor de restituir el estado prístino de que siempre gozaron los estudios superiores musicales y que acabe definitivamente esta pesadilla.
Finalmente expresar mi más profunda y sincera admiración para agradecer al rector, al departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte, al claustro de profesores, al Coro Polifónico de la Universidad Politécnica de Valencia y a todos los que habéis contribuido a hacer este día tan grato para mí, además de, naturalmente a mi esposa Isabel por su apoyo y colaboración.
Luis Blanes, 19 de enero de 2005