Doctora Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investida el 11 de junio de 1991
Excmo. Sr. Rector Magnífico,
Ilmo. Sr. Director General de Universidades,
Dignísimas Autoridades,
Señores y Señoras:
Cuando me cupo el honor de exponer ante la junta de Gobierno los relevantes méritos que recaen en Valentina Vladimirovna Tereshkova, en solicitud de la colación a su favor, con el previo y unánime voto favorable del Consejo de Investigación, del título de doctor "honoris causa" por la Universidad Politécnica de Valencia, resalté la circunstancia de que, a la sazón, sólo se había conferido tal honor al ilustre músico valenciano D. Joaquín Rodrigo, con lo que su atribución a Valentina Vladimirovna evidenciaría la vocación universalista de nuestra institución, mediante el reconocimiento agradecido, a través de ella, a cuantos han hecho posible la grandiosa aventura científica y técnica del siglo XX, la exploración espacial.
En una Universidad joven, que, a lo largo de sus escasos veinticinco años de existencia, ha visto, con justificada satisfacción crecer, el número de alumnas en sus aulas desde el 4 ó 5% inicial hasta el 30% actual en algunas de sus Escuelas y Facultades, la distinción a la Sra. Tereshkova implica, complementariamente, la gratitud a quienes a lo largo de una tenaz lucha, ya secular, han posibilitado el acceso de la mujer a todas las instancias de la cultura, de la ciencia y de la tecnología. Es de resaltar la dedicación de Valentina Vladimirovna a este objetivo desde la Vicepresidencia de la Federación Internacional de Mujeres Democráticas, cargo al que accedió en 1969, cuando su brillante currículum incluía ya su condición de primera mujer astronauta, su graduación en Ingeniería Técnica Industrial y en Ingeniería Astronáutica, el doctorado en Ciencias Mecánicas, y tantos otros títulos y distinciones.
Mención y gratitud muy especial merece la actividad de la Unión de Asociaciones Soviéticas de Amistad y Relaciones Culturales con los Pueblos, que preside nuestra homenajeada, organismo que ha posibilitado la estadía en la U.R.S.S. para cursar sus estudios universitarios a miles de estudiantes de más de un centenar de países, entre ellos numerosos españoles, procedentes algunos de esta Universidad.
Se cumple por estas fechas el 28º aniversario del vuelo del Vostock VI que, con Valentina Vladimirovna Tereshkova a bordo recorrió 49 órbitas terrestres en 72 horas. Desde dos días antes, el Vostock V, tripulado por Bikovsky, surcaba el espacio presto a saludar la presencia en el de la primera mujer astronauta. Habían transcurrido sólo dos años desde que Yuri Gagarin circunvalara nuestro planeta, en una gesta singular que nosotros, españoles, equiparamos con emocionado recuerdo a la hazaña naútica de Magallanes y Elcano, cuatro centurias atrás.
El siglo XX ha posibilitado, a través de nuevas técnicas, el vertiginoso incremento de la velocidad de nuestros vehículos y de nuestros métodos de cálculo, convirtiendo a la aviación y a la astronáutica en destacados símbolos de la época. Ha ido haciéndose posible el antiguo sueño humano de liberarse de las ataduras de la gravedad y extender los conocimientos y exploraciones hacia nuevos y alejados horizontes. Desde el mito de Ícaro hasta los proyectos alados de Leonardo y el cañón gigante de la fantasía de Julio Verne, apuntando con su carga humana hacia la Luna, ese ha sido un anhelo perenne de los hombres.
Los primeros fundamentos teóricos para la construcción de un móvil que gire alrededor de la Tierra se encuentran ya en los Principios matemáticos de la Filosofía Natural, de Newton, en 1687, y es C. Tsiolkovsky, en 1885, quien estudia por primera vez la posibilidad de realización de un satélite artificial y propone, pocos años más tarde, la creación de un observatorio permanente fuera de la atmósfera. Demuestra que el único medio de transporte capaz de vencer la atracción terrestre es el cohete y elabora su primer proyecto de astronave, basado en un cohete propulsado por una mezcla de hidrógeno y oxígeno líquidos.
En la misma línea, Goddard, en 1918, imagina la exploración espacial mediante cohetes accionados por pólvora e idea una carga de varias fases. Posteriormente, Hermann Oberth realiza investigaciones que ejercerán notable influencia sobre los trabajos de W. Von Braun y otros científicos, y, mediante el desarrollo de nuevas técnicas de cálculo y la investigación en el ámbito de los combustibles y en el de las aleaciones especiales, se sientan las bases de la astronáutica.
Sobrevolando la Tierra, abarcando la totalidad de nuestro viejo planeta con la mirada, Valentina Vladimirovna ("chaika", gaviota, como la llaman cariñosamente sus compatriotas) podrá repetir con Giordano Bruno:
"sin temor puedo desplegar mis alas,
no detendrá mi vuelo poderoso bóveda de cristal",
versos que refieren no sólo los anhelos de liberación gravitatoria y el triunfo revolucionario del heliocentrismo de Copérnico, sino que erige al filósofo renacentista en precursor, junto a la figura señera de Galileo, del cartesianismo, que, tan sólo cincuenta años más tarde, desterrará el antiguo y dogmático criterio de autoridad para sustituirlo por el libre análisis, reivindicando, además, el papel de la experimentación en la elaboración científica, como complemento y acicate del discurso racional.
La eclosión liberadora del Renacimiento no sólo conducirá a la consideración del hombre como "medida de todas las cosas", recuperando a Protágoras, sino que le instalará como personaje central de esta y en esta Tierra nuestra. Sucederá un prodigioso desarrollo científico y técnico, en todos los ámbitos del "saber de esencias" y del "saber de dominio", con palabras de Scheler, y que va a conducir, tras la Revolución científica del s. XVII, la Revolución Industrial de principios del s. XVIII, y las nuevas geometrías del s. XIX, a la apoteosis tecnológica del s. XX, uno de cuyos más espectaculares logros conmemoramos hoy en una de las personas más representativas del evento.
Procede, ahora, la reflexión sobre los medios y fines de la exploración espacial. Inevitable fue, en su origen, que gran parte de la inversión económica a ella dedicada atendiera a intereses militares, dado que en esa larga etapa que hemos conocido como "guerra fría", las dos grandes potencias concurrentes en la carrera espacial pugnaban en un difícil equilibrio de fuerzas.
Es de desear que en el futuro, y lejos ya de aquellos condicionamientos, la investigación en ese dominio quede orientada exclusivamente a fines pacíficos. La participación de cosmonautas de diversas nacionalidades en vuelos soviéticos es un dato muy positivo en ese camino de la deseable colaboración internacional, necesaria, además, para la financiación de futuros costosísimos programas espaciales.
Sólo en un clima de paz y de confianza será posible proseguir esta fascinante aventura humana y rentabilizar en beneficio tanto material como espiritual, para todos, los futuros seguros frutos de tales investigaciones y exploraciones. Recíprocamente, la actividad espacial será, -lo es ya-, muy útil para afianzar aquella paz necesaria.
Paz y mundo se expresan en ruso mediante un mismo y bello vocabulario, "mir". Así, en ese idioma, la expresión "paz para el mundo" o "un mundo en paz", añade una repetida eufonía al entrañable anhelo contenido en ella.
Con gran satisfacción, puedo asegurar a nuestra ilustre homenajeada que esta Universidad cifra en las cordiales relaciones y en el entendimiento fraterno entre todos los pueblos, la esperanza en un feliz desarrollo de los valores científicos, culturales y humanos que le son propios, y como prueba, la extensa colaboración existente con Universidades de diversos países, de la U.R.S.S. entre otras.
Esta vocación pacífica ha influido en gran manera en la elección de Valentina Tereshkova como doctor "honoris causa" por nuestra institución, pues entendemos que, con la atribución de esta máxima dignidad universitaria, se premia en ella, además de sus méritos científicos, su condición de relevante dirigente de la causa de la paz.
Valentina Vladimirovna: "El Universo es un vasto océano". Así tituló usted muy acertadamente un libro autobiográfico, de sugestiva lectura. Ese océano lo queremos azul y pacífico. Cuando así sea, la Humanidad recordará cuanto debe ese logro a la lucha denodada de personas como usted. Por lo tanto, gracias.