Doctor Honoris Causa por la Universitat Politècnica de València. Investido el 7 de noviembre de 2007
Es para mi un honor y un privilegio el poder presentarles la trayectoria académica, científica e industrial del Profesor Enrique Iglesia al que investimos como Doctor Honoris Causa por esta Universidad. Quiero agradecer a los miembros del claustro de profesores y a nuestra Comunidad Universitaria el haber aceptado la propuesta de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales con la adhesión del Departamento de Ingeniería Química y del Instituto de Tecnología Química de investir al Profesor Iglesia como Doctor Honoris Causa.
Considero que no es posible entender completamente la evolución profesional de una persona sin recordar sus antecedentes familiares y el entorno social en el que creció y se desarrolló. Comenzaré pues diciendo que el Profesor Enrique Iglesia nació en la Habana en el seno de una familia de origen español. En el entorno familiar se le inculcaron valores tales como responsabilidad, orgullo por el trabajo bien hecho y solidaridad que le han acompañado desde entonces. Siendo niño todavía su familia se trasladó a los Estados Unidos de América, y fue en la ciudad de Miami en donde llevó a cabo sus estudios de Bachillerato mientras ayudaba con su trabajo a mantener la economía familiar. Era un estudiante tímido pero resuelto, un estudiante poco dado a ostentar su sobresaliente capacidad intelectual, pero brillante y riguroso en sus exposiciones. Estas cualidades no solo llamaron la atención de sus profesores que lo recomendaron para una beca en la Universidad de Princeton sino que, además y de manera mucho más determinante para su vida, llamaron la atención de una compañera de estudios, Teresa, que se convirtió con el tiempo en esposa y compañera.
Si las cualidades como estudiante llevaron a Enrique Iglesia a formarse en prestigiosas Universidades como Princeton y Stanford, su nivel humano y técnico hicieron que la compañía EXXON lo contratara para su departamento de investigación y desarrollo tecnológico dándole al poco tiempo responsabilidades como director de este Departamento. Durante el periodo 1988-1993 y en los laboratorios de EXXON, el Doctor Iglesia y su grupo establecieron los principios por los que actuaban los modernos catalizadores para la obtención de hidrocarburos a partir de gas de síntesis, y desarrollaron lo que en su tiempo fue la tecnología más avanzada para el proceso Fisher-Tropsch de síntesis de hidrocarburos.
Sus compañeros y los miembros del equipo en EXXON lo definen como un jefe extraordinariamente trabajador, brillante y exigente. Estas son o deberían ser, en mi opinión, tres cualidades claves en todo director de un grupo de investigación. Vemos pues como los principios de responsabilidad, trabajo y solidaridad que el Dr. Iglesia aprendió y cultivó desde niño dejaron su impronta en una compañía del tamaño de EXXON en la que sus compañeros, y sin embargo amigos, siguen recordando los tiempos en los que Enrique dirigía el Departamento de investigación.
Deseoso de mayor libertad intelectual y motivado por su vocación de magisterio abandonó EXXON, en la que continuó como asesor, e ingresó como profesor en el Departamento de Ingeniería Química en la Universidad de Berkeley, siendo además miembro del Departamento de Energía del Lawrence Berkeley National Laboratory. En un tiempo record organizó el grupo de trabajo que le viene acompañando desde entonces, abriendo nuevas líneas de investigación en el diseño, síntesis y caracterización estructural y mecanística de catalizadores sólidos para procesos relacionados con temas energéticos, de petroquímica y de medio ambiente. Más específicamente, estudia la relación estructura-función en catalizadores sólidos para la conversión directa e indirecta de metano a H2, la producción de combustibles líquidos y su desulfuración, así como para la obtención de olefinas y aromáticos mediante procesos oxidativos y no oxidativos. Considero que sus trabajos en carbonilación de dimetil éter para producir ácido acético que han sido publicados recientemente y de los que he sido lector primero y privilegiado, no solo son de gran relevancia industrial sino que constituyen un ejemplo de cómo un trabajo de investigación sistemático, riguroso y bien fundamentado es capaz de aportar información determinante sobre cómo ocurre un proceso químico a nivel molecular, y como este conocimiento puede conducir a la resolución de un problema industrial.
No quiero descender al detalle de las técnicas utilizadas por el Profesor Enrique Iglesia para estabilizar nanoclusters metálicos y centros activos aislados bien definidos para su aplicación en la activación del metano o en oxidaciones selectivas, o en la preparación de sistemas híbridos orgánicos-inorgánicos y su aplicación en la síntesis de productos químicos. Quiero sin embargo, destacar el común denominador de todas estas investigaciones y que desde mi punto de vista se resume de manera simplificada en: originalidad en los planteamientos, rigor en el tratamiento y perseverancia en la búsqueda de los objetivos. Me atrevería a decir que en su mente está grabado el lema de todo buen ingeniero e ingeniero químico: Un tema no está resuelto hasta que no está cuantificado y expresado en forma de ecuación matemática y química. Sin embargo, destacar también una parte "negativa" en el trabajo del Profesor Enrique Iglesia y es que agota de tal manera los temas que desarrolla, que no deja resquicio digno de estudio a los demás.
Sus trabajos de investigación han dado lugar a más de 250 publicaciones y 40 patentes. No resulta pues sorprendente que la comunidad científica lo reconozca como uno de sus lideres en el campo de la ingeniería química en cinética y catálisis, y que le hayan honrado con premios tan importantes, y destaco solo algunos, como el George A. Olah Award in Hydrocarbon Chemistry of the American Chemical Society, el Robert H. Wilhelm Award in Chemical Reaction Engineering of the American Institute of Chemical Engineers, y el Paul H. Emmett Award in Fundamental Catalysis of the Catalysis Society, siendo en la actualidad Editor en jefe de la revista Journal of Catalysis.
Afortunadamente para la sociedad y más concretamente para sus estudiantes el Profesor Iglesia decidió dedicarse también a la enseñanza. Su capacidad como profesor ha sido reconocida por los alumnos y colegas que le otorgaron, entre otros, el Donald Sterling Noyce Prize que es la mayor distinción como enseñante en ciencias que otorga la Universidad de Berkeley, y el premio por excelencia en enseñanza del American Institute of Chemicals Engineers. Como profesor e investigador el Profesor Iglesia transmite a sus estudiantes de ingeniería química lo que se conoce, lo que se cree que se conoce, y sobre todo, lo que no se conoce o no es posible explicar. En mi opinión, esta es la manera en que todo buen profesor deposita la semilla de la inquietud y curiosidad intelectual en sus alumnos, formándolos como profesionales y como ciudadanos capaces de pensar y opinar por si mismos.
Valencia, 7 de noviembre del 2007
Excmo. Sr. Rector Mfco. de la Universidad Politécnica de Valencia,
Profesor Enrique Iglesia,
Sres. Vicerrectores,
Sres. Directores de Escuelas, Facultades, Departamentos e Institutos,
Sres. Profesores,
Sras. y Sres.
Quiero que mis primeras palabras sean de recuerdo y condolencia por el reciente fallecimiento del Profesor D. Eduardo Primo Yúfera, maestro y emprendedor, que ha dejado una significativa huella en nuestra Universidad, sin la cual no serían realidad hoy en día muchas de las metas alcanzadas por las generaciones de investigadores que han seguido su magisterio.
La Universidad sigue adelante, hereda el legado y la experiencia de los que, hasta su último aliento, han trabajado para hacerla mejor y se proyecta al futuro anhelando bases firmes y el buen hacer de los que día a día ofrecen su esfuerzo en beneficio de nuestra Sociedad.
Después de las palabras del Profesor Avelino Corma, que comparto en su totalidad, quiero sumarme a la felicitación expresada al Profesor Enrique Iglesia y agradecer al Consejo de Gobierno de nuestra Universidad que respaldara la petición realizada por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, el Departamento de Ingeniería Química y Nuclear y el Instituto de Tecnología Química.
Por segunda vez en sus cuarenta años de historia, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales ha trasladado a nuestra Universidad la propuesta de nombramiento de un Doctor Honoris Causa.
Coincidiendo con su treinta aniversario, realizó esta petición en la persona de D. Adolfo Suárez González, Presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981, que contribuyó decisivamente en la instauración en nuestro país de un régimen constitucional de libertades.
En esta ocasión, nuestra Escuela, junto con el Departamento de Ingeniería Química y Nuclear y el Instituto de Tecnología Química, valoró el destacado trabajo del Profesor Enrique Iglesia, como maestro e investigador, en el desarrollo de catalizadores y procesos catalíticos de interés industrial.
Desde 1993 nuestra Escuela imparte la titulación de Ingeniería Química. El diseño del plan de estudios tuvo un objetivo claramente multidisciplinar, con sólidos fundamentos teóricos, para permitir una mejor adaptación al dinámico mundo de la tecnología. Las diez promociones de alumnos que han finalizado sus estudios hasta la fecha, han aportado a nuestro mercado de trabajo 535 Ingenieros Químicos que desarrollan su trabajo con eficacia y rigor. Además, en la Comunidad Valenciana se ha constituido el primer Colegio Profesional de Ingenieros Químicos en España, gracias al impulso compartido de alumnos, profesores e instituciones académicas de esta Universidad.
Vivimos una etapa, por lo menos en nuestro país, con un excesivo alejamiento de la actividad docente como objetivo primordial de la labor del profesor. Los procesos de promoción están condicionando la dedicación del profesor universitario, casi exclusivamente, hacia tareas de investigación o transferencia tecnológica que, con ser muy importantes, no pueden restar atención a la tarea trascendental de transmitir conocimiento, de enseñar a aprender. Ese eslabón no puede abandonarse, ya que de lo contrario alejaremos a las generaciones futuras de su merecida oportunidad de renovación del esfuerzo investigador.
El Profesor Enrique Iglesia, a lo largo de su trayectoria profesional, académica e investigadora, puede ser el mejor ejemplo para las futuras promociones de alumnos de Ingeniería Química y también una referencia obligada para el conjunto de Profesores que tienen como tarea fundamental formar nuevos ingenieros. Pocas veces podemos encontrar un equilibrio tan perfecto entre la actividad investigadora, la vinculación con la industria química y la calidad docente. Con profesores así es imposible no entusiasmar a los alumnos en su trabajo.
La Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, con su decidido apoyo a este nombramiento reafirma su vocación docente en el ámbito de la Ingeniería Química. Nos enfrentamos con ilusión y renovado ánimo a la nueva etapa que vamos a desarrollar a partir de ahora con la revisión de los planes de estudio. Aunque seguimos pensando que se debería haber permitido una mayor flexibilidad en la estructura de las titulaciones, creemos que los recientes acuerdos permiten abordar la necesaria adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior con moderado optimismo. No obstante, en el ámbito de la Ingeniería Química, al margen de dónde se establezcan las atribuciones profesionales, el master debe ser un objetivo fundamental para garantizar un nivel formativo y de calidad profesional, al menos equivalente a la situación actual.
Una de las líneas estratégicas básicas de nuestra Escuela es la proyección exterior. Consolidada la vinculación con Europa y Latinoamérica, dos objetivos se manifiestan como prioritarios en el inmediato futuro, la relación con los principales escenarios del extremo oriente: China, India, Japón, Corea y Australia y, muy especialmente, el desarrollo de los intercambios con EE. UU. Estamos convencidos que los vínculos afectivos y académicos que, a partir de ahora, hemos establecido con el Profesor Enrique Iglesia permitirán contar con una mano amiga más para consolidar y profundizar esta trascendental tarea.
Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas autoridades y claustrales, solicitamos con toda consideración y encarecidamente rogamos que se otorgue y confiera al Profesor D. Enrique Iglesia el supremo grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia.
Muchas gracias.