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Vicente Enrique y Tarancón

Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 4 de octubre de 1994


Palabras del Rector

Dichosos los que hoy hemos podido oír la palabra y sentir la presencia de casi un siglo de Historia, de un siglo de sabiduría y el aroma de luz de púrpura, es la primera vez en la Historia de España, así lo creemos, que la dignidad del sacerdocio es reconocida por la dignidad de la academia con la concesión del título Doctor Honoris Causa, el máximo honor en este Templo de sabiduría en acción que es la Universidad Politécnica de Valencia. Nuestra Universidad y nuestro Cardenal tienen en común que nos nutrimos ambos, más de amor de pueblo que de amor de palacios. D. Vicente lleva humildad hasta en las arrugas de su piel, lleva tanto rigor y conocimiento, tanta energía y bondad al mismo tiempo, que, aunque sabemos que la Naturaleza es a veces muy generosa con algunos elegidos, pensamos que a la Madre Naturaleza se le fue un poco la mano con nuestro Cardenal.

Esta Universidad no le nombra Doctor Honoris Causa para beneficiarse de su influencia en conseguir convenios de investigación con las estrellas. Y no es que no necesitemos de su influencia ante la bóveda celeste. D. Vicente, sobre todo para desoxidar y desasnar algunas conciencias y actitudes que en todas partes hay D. Vicente, porque le necesitamos como referente ético, le necesitamos como ejemplo del hombre árbol que, aunque doblegado coyunturalmente por la adversidad, sigue teniendo las raíces en el mismo solar patrio.

Ud. es carne de cultura, carne de pueblo viejo, carne de hombre bueno, carne de hombre íntegro, carne de hombre sabio. Nada volverá a ser como antes fue en esta Universidad. Ya lo verá Ud. D. Vicente. Ud. nos ha hecho hoy, con su dignidad, aún todavía más libres y más fuertes.

A Don Pedro Laín Entralgo le doy las gracias por haber utilizado su mejor palabra, entre tantas como ha escrito y dicho, para glosar los abundante méritos de nuestro cardenal. Todos reconocemos en él al hombre honesto, por encima de su impresionante magisterio, y somos conscientes de estar compartiendo espacio en este simple acto académico, ante todo, con dos seres humanos que gozan en su vida de un lugar indiscutible y merecido en nuestra Historia.


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