Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia. Investido el 14 de mayo de 1993
Cuando ya casi no quedan frases nuevas pues todas las combinaciones de palabras han sido hechas, cuando el imaginar formas puede parecer estéril, pues todos los diseños han sido paridos. Cuando ya todos los caminos tienen sus censos de viajeros, cuando no quedan piedras sin sobresaltos, cuando el ser humano ha aceptado que su condición no evolucione, cuando la libertad está viviendo con el subsidio de desempleo, cuando lo único importante parece que es introducir en el gen humano un piloto automático para que alivie y guíe el peso de su paso. Cuando lo que llamamos cultura ya no angustia los sentidos y cuando solo parece que queda esperanza en la capacidad de asombro de los más huérfanos de esperanza, nos hemos aliado para acompañar a D. Emilio Attard en su investidura del más alto honor universitario.
D. Emilio tiene las manos llenas de Estado y de amor a Valencia. Si solo se miraran sus ojos y se escucharan sus palabras no sabríamos muy bien si nos encontramos ante un faraón valenciano, ante un patriarca, o ante un árbol sabio o, quizás, ante una síntesis de todos ellos.
N'Emilio porta dins de la seua butxaca de patrici valencià crits de concòrdia i paraules de poble. Si únicament escoltassen els seus passos segurament imaginaríem camins d'esperança de bona gent i sons de rius de coses ben fetes.
Este templo de sabiduría en acción que es la Universidad Politécnica de Valencia ha vuelto a pagar los intereses de su deuda a la Sociedad que nos sustenta. Hoy todos nosotros tenemos esa sonrisa de pueblo viejo, entre cómplice y enigmática, por haberle ganado una partida al desagradecimiento.